Restauraciones Cementadas vs. Atornilladas: Una Perspectiva Equilibrada
En la odontología implantológica, pocos temas generan tanto debate como la elección entre restauraciones cementadas y atornilladas. Habiendo sido formado durante los primeros años de la implantología moderna, he experimentado ambos enfoques de primera mano — y la controversia en torno a ellos sigue resultándome fascinante.
De la “vieja escuela” a los nuevos protocolos
Mi formación inicial fue muy “a la vieja escuela”: la mayoría de las restauraciones eran cementadas, especialmente cuando los pilares colables tipo UCLA se popularizaron. En ese momento, los protocolos restaurativos se parecían mucho a la odontología tradicional de coronas y puentes, donde la cementación era la norma.
Con el tiempo, a medida que los sistemas de implantes y los pilares evolucionaron, los conceptos restaurativos cambiaron drásticamente hacia soluciones atornilladas. Pero ¿significa eso que hoy debamos usar exclusivamente restauraciones atornilladas? La respuesta es más matizada. En mi práctica, continúo utilizando ambos métodos — cementados y atornillados — según el caso.
¿Qué dice la literatura?
El supuesto cambio “radical” surgió de la creencia de que todas las restauraciones cementadas inevitablemente causaban periimplantitis. Sin embargo, la evidencia clínica cuenta una historia diferente. La mayoría de los estudios no muestran diferencias estadísticamente significativas en los resultados biológicos entre restauraciones cementadas y atornilladas.
Lo que sí sugiere la literatura es lo siguiente:
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Las restauraciones cementadas pueden implicar mayores riesgos biológicos, principalmente por exceso de cemento.
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Las restauraciones atornilladas pueden implicar mayores riesgos mecánicos, como aflojamiento de tornillos o desajustes del armazón.

Comprendiendo los riesgos biológicos y mecánicos
Las complicaciones biológicas suelen derivar de una mala remoción del cemento o de una selección inadecuada del pilar. Si la altura transmucosa del pilar es demasiado baja, la línea de terminación queda muy subgingival, haciendo casi imposible eliminar el exceso de cemento.

Idealmente, el margen debe ubicarse a nivel gingival o a 0.5 mm por debajo. El uso de cordones de retracción, aislamiento con dique de goma o cementación extraoral sobre un modelo puede minimizar estos riesgos.

En el caso de las restauraciones atornilladas, las complicaciones mecánicas se relacionan principalmente con el aflojamiento de los tornillos o el desajuste protésico. Aplicar el torque correcto es esencial para reducir estos problemas. Las prótesis híbridas, por su parte, presentan retos particulares: un diseño cóncavo contra la mucosa puede generar complicaciones biológicas si no se maneja cuidadosamente.
Consideraciones clínicas
Varios factores prácticos influyen en la decisión entre una u otra opción:
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Posición del acceso al tornillo: si la emergencia es vestibular, la retención con tornillo no es viable. Idealmente, el canal de acceso debe salir por el palatino o por el cíngulo en dientes anteriores.

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Restauraciones posteriores: si el acceso al tornillo se encuentra en una cúspide funcional en lugar de la fosa central, la cementación puede ser la elección más segura.

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Estética: algunos pacientes son particularmente sensibles a la presencia visible del acceso del tornillo.
Ventajas y limitaciones en la práctica
Las restauraciones atornilladas son retratables, una ventaja valiosa al reemplazar una restauración fracturada o al manejar casos de periimplantitis. No obstante, cada vez que se retira la prótesis, el tornillo debe ser reemplazado, lo que incrementa los costos a largo plazo.
Las restauraciones cementadas siguen siendo relevantes y, en algunos casos, incluso pueden modificarse para convertirse en restauraciones “cemento-tornillo” si el acceso lo permite.
Conclusión
Aunque las restauraciones atornilladas se han convertido en la elección preferida en muchos protocolos modernos, las cementadas siguen desempeñando un papel vital en la implantología actual. La decisión final debe equilibrar la evidencia científica, los factores clínicos y, sobre todo, las expectativas estéticas y funcionales del paciente.
Con aprecio,
Dr. Bernardo Grobeisen

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